Tras dejar al soberano macedonio a las puertas de Asia en el anterior volumen, habiendo ratificado, con solo 20 años, su dominio sobre las tierras ya conquistadas por su padre Filipo. Nos adentramos con Alejandro y su ejército en un continente hasta el momento inexplorado.

En este segundo tomo, al contrario que en el primero, nos encontramos con enfrentamientos continuos, asedios y alguna que otra batalla naval. Si bien es cierto que el autor no se toma demasiado tiempo en narrar dichos episodios, situación que, habiendo leído a Santiago Posteguillo, cuesta entender, Manfredi se centra más en detallar la personalidad del personaje, nos presenta a un Alejandro Magno demasiado condescendiente para mi gusto. Con algunos asedios dignos de mención, como el de Helicarnaso o Tiro, y otros cuantos en el que la sola presencia, o pronuncio de su nombre, fue suficiente para lograr que ciudades enteras se rindiesen al soberano.

Trayecto de Alejandro Magno narrado en el segundo libro